Casi fuera del cielo ancla entre dos
montañas
la mitad de la luna.
Girante, errante noche, la cavadora de ojos.
A ver cuántas estrellas trizadas en la charca.
Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye.
Fragua de metales azules, noches de las calladas luchas,
mi corazón da vueltas como un volante loco.
Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos,
a veces fulgurece su mirada debajo del cielo.
Quejumbre, tempestad, remolino de furia,
cruza encima de mi corazón, sin detenerte.
Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raíz soñolienta.
Desarraiga los grandes árboles al otro lado de ella.
Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga.
Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas.
Detrás de las montañas nocturnas, blanco lirio de incendio,
ah nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas.
Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría.
Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo de tormentas
para qué tocarla ahora, para qué entristecerla.
Ay seguir el camino que se aleja de todo,
donde no esté atajando la angustia, la muerte, el invierno,
con sus ojos abiertos entre el rocío.
Girante, errante noche, la cavadora de ojos.
A ver cuántas estrellas trizadas en la charca.
Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye.
Fragua de metales azules, noches de las calladas luchas,
mi corazón da vueltas como un volante loco.
Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos,
a veces fulgurece su mirada debajo del cielo.
Quejumbre, tempestad, remolino de furia,
cruza encima de mi corazón, sin detenerte.
Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raíz soñolienta.
Desarraiga los grandes árboles al otro lado de ella.
Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga.
Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas.
Detrás de las montañas nocturnas, blanco lirio de incendio,
ah nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas.
Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría.
Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo de tormentas
para qué tocarla ahora, para qué entristecerla.
Ay seguir el camino que se aleja de todo,
donde no esté atajando la angustia, la muerte, el invierno,
con sus ojos abiertos entre el rocío.
Pablo Neruda
lies at anchor between two mountains.
Spinning, wandering night, excavator of
eyes.
To see so many
stars smashed to shards in the tarn.
She brands a cross of mourning between my brows, then flees.
Forge of blue metals, nights of silenced struggles--
She brands a cross of mourning between my brows, then flees.
Forge of blue metals, nights of silenced struggles--
my heart turns madly like a flywheel.
Little one come from so far away, brought from so far away,
at times your gaze flashes forth from
the sky.
Plaint, tempest, fury's whirlpool--flares over my heart
Plaint, tempest, fury's whirlpool--flares over my heart
with no stopping you.
Wind of sepulchers wafts, obliterates, scatters your sleeping core,
uproots huge trees to the other side of her.
But you, cloudless girl, question mark of smoke, spike of wheat
were she who went about shaping the wind with brightly lit leaves.
Behind the night mountains, a white iris of fire--
Ah! I can say
nothing aright—of all that exists!
The unease--that you shared out my heart at knifepoint.
The unease--that you shared out my heart at knifepoint.
It is time to
follow another road, where she might not smile madly.
Tempest that drowned out bells, great roiled stir of storms--
Tempest that drowned out bells, great roiled stir of storms--
to what purpose touch her now, to what
purpose sadden her?
Ay--to follow the road that distances from all,
Ay--to follow the road that distances from all,
on which she may not be sensible of
anguish, of death, of winter,
with eyes wide in the dew.
Tr. E.A.C.
E. A. Costa 30 December, 2016
Granada. Nicaragua.
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N. B: Poem 11 of 20 Poemas de amor y
una canción desesperada.
Note the cryptotype of “si fuera el
cielo” (if it were heaven)