Dígame,
estimada estatua--¿Por qué aquí?
Y
la estatua no dijo nada
dando
la espalda al mar.
Dígame,
estimado Señor--¿Por qué aquí?
¿Por
qué junto al mar de agua dulce?
¿Por
qué está estando de pie aquí?
Y
el Señor no dijo nada
ni
siquiera un susurro.
Dígame,
querido conquistador,
de
metal bruto y agudo--¿Por qué
aquí
en la orilla y no allí?
Y
el conquistador duro no dijo nada
excepto
mirar a su Granada
brillando
en la luz.
[E. A. Costa 22 Agosto 2013]
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