Tuesday, July 12, 2016

Vicente Huidobro: Total (con traducción en inglés)


Basta ya de vuestros pedazos de hombre, de vuestros pequeños trozos de vida. Basta ya de cortar el hombre y la tierra y el mar y el cielo.

Basta de vuestros fragmentos y de vuestras pequeñas voces sutiles que hablan por una parte de vuestro corazón y por un dedo precioso.

No se puede fraccionar el hombre, porque hay todo el universo, las estrellas, las montañas, el mar, las selvas, el día y la noche.

Basta de vuestras guerras adentro de vuestra piel o algunos pasos más allá de vuestra piel.

El pecho contra la cabeza, la cabeza contra el pecho.

El ojo contra la oreja, la oreja contra el ojo.

El brazo derecho contra el brazo izquierdo, el brazo izquierdo contra el brazo derecho.

El sentimiento contra la razón, la razón contra el sentimiento.

El espíritu contra la materia, la materia contra el espíritu.

La realidad contra el sueño, el sueño contra la realidad.

Lo concreto contra lo abstracto, lo abstracto contra lo concreto.

El día contra la noche, la noche contra el día.

El Norte contra el Sur, el Sur contra el Norte.

¿No podéis dar un hombre, todo un hombre, un hombre entero?

El mundo está harto de vuestras voces de canario monocorde. Tenéis lengua de príncipes y es preciso tener lengua de hombre.

Es preferible oír los discursos de un picapedrero, porque él al menos siente su cólera y conoce su destino, él está en la pasión y quiere romper las limitaciones.

En cambio, vosotros no dais la gran palabra que se mueve en su vientre. No sabéis revelarla.

La gran palabra que será el clamor del hombre en el infinito, que será el alarido de los continentes y los mares hacia el cielo embrujado y la tierra escamoteada, el canto del ser realizando su gran sueño, el canto de la nueva conciencia, el canto total del hombre total.

El mundo os vuelve las espaldas, poetas, porque vuestra lengua es demasiado diminuta, demasiado pegada a vuestro yo mezquino y más refinada que vuestros confites. Habéis perdido el sentido de la unidad, habéis olvidado el verbo creador.

El verbo cósmico, el verbo en el cual flotan los mundos. Porque al principio era el verbo y al fin será también el verbo.

Una voz grande y calma, fuerte y sin vanidad.

La voz de una nueva civilización naciente, la voz de un mundo de hombres y no de clases. Una voz de poeta que pertenece a la humanidad y no a cierto clan. Como especialista, tu primera especialidad, poeta, es ser humano, integralmente humano. No se trata de negar tu oficio, pero tu oficio es oficio de hombre y no de flor.

Ninguna castración interna del hombre ni tampoco del mundo externo. Ni castración espiritual ni castración social.

Después de tanta tesis y tanta antítesis, es preciso ahora la gran síntesis.

Nuestra época posee también sus bellas cabezas de algodón. De algodón con pretensiones explosivas, pero absolutamente hidrófilo.

¡Ah, ya sé! La medida, la famosa medida. Sois todos muy medidos. Si a veces esto no fuera un pretexto, si a veces ello no sirviera sino para esconder vuestro vacío.

Habéis nacido en la época en que se inventó el metro. Todos medís un metro sesenta y ocho, y tenéis miedo, miedo de romperos la cabeza contra el techo.

Pero necesitamos un hombre sin miedo. Queremos un ancho espíritu sintético, un hombre total, un hombre que refleje toda nuestra época, como esos grandes poetas que fueron la garganta de su siglo.

Lo esperamos con los oídos abiertos como los brazos del amor.


Vicente Huidobro



Total

Enough of your pieces of man, of your slices of life. Enough of this cutting up mankind and the earth and the sea and the sky.

Enough of your fragments and of your subtle little voices which speak out from part of your heart and with a precious little finger.

It is not possible to break man to pieces—because there exists the whole cosmos, the stars, the mountains, the forest, the day and the night.

Enough of your wars within your own skin or a few steps beyond that skin.

The breast against the head, the head against the breast.

The eye against the ear, the ear against the eye.

The right arm against the left arm, the left arm against the right.

Feeling against reason, reason against feeling.

Spirit against matter, matter against spirit.

Reality against dream, dream against reality.

The particular against the abstract, the abstract against the particular.

Day against night, night against day.

North against South, South against North.

Are you incapable of offering a man, all the man—a man entire and unpruned?

The world is full of your single-stringed canary chirps. You have the tongue of little princelings and it is essential to have the tongue of a man.

It is better to listen to the discourses of a stonecutter, for at least he feels anger and knows his fate—he is impassioned and wants to smash limits into pieces.

On the other hand, you do not offer the grand word, the grand phrase that is stirring in his guts. You don't know how to bring it out into daylight.

The grand word that will be the outcry of mankind in the infinite, that will be the war cry of the continents and the seas toward the bewitched sky and filched earth, the song of his great dream becoming real, the song of a new consciousness, the full-blown song of total man.

The world turns its back on you, poets, because your tongues are too petty, too sticky with your stingy little “I” and more refined than your bonbons. You have lost the sense of oneness—you have forgot the word “Creator”.

The word “cosmic”, the word in which float worlds. For in the beginning was the word and there will also be the word at the end.

A great, calm voice, strong and without vanity.

The voice of a new civilization being born, the voice of the world of men and no classes. A voice of a poet who belongs to humanity and to no particular clan. As with a specialist, your first specialty, poet, is to be human—wholly human. Not to deny this office-- but this task, this office is the task, the office of a man not of a flower.

No inner gelding of mankind nor of the outer world. No gelding spiritual or social.

After so much thesis and antithesis, the grand synthesis is essential.

Our age has also its cotton heads—with pretensions of being gun cotton and explosive, but actually just absorbent cottonballs.

Ah yes—I know it already. Moderation—famed moderation! You are all very moderate and self-controlled. If at times it is nothing more than a pretext, if at times it serves no purpose but to hide your emptiness.

You have been born in the age which invented the meter. You all stand five and a half feet tall and you are in fear—fear of bumping your head against the roof.

But we need a man without fear. We want a broad synthetic spirit—a whole and total man, a man who reflects the whole of our age, like those great poets who were the throat—the passageway—of the century.

We wait for him with ears wide open like the lover's arms.

Tr. EAC

E. A. Costa      July 13, 2016       Granada, Nicaragua

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